Los Espirituales
Gal 6:1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
En la lingüística hay un fenómeno llamado cambio semántico, aunque su nombre nos suene extraño, el termino se refiere sencillamente al cambio de significado que las palabras experimentan a través del tiempo. Por causa de este fenómeno, una palabra puede terminar desvinculándose completamente de su significado original, es decir, una expresión que hoy significa una cosa, mañana puede significar otra casa totalmente distinta. Una de las razones para este cambio es el frecuente uso equivocado que se hace de las palabras. Esta es una realidad que hace parte de la transformación de los diferentes lenguajes.
En el ámbito de la iglesia cristiana pasa con mucha frecuencia, usamos palabras que están escritas en la Biblia, dándole el sentido que mejor nos parezca y terminamos cambiando totalmente su significado original. Esto se hace tan frecuentemente, que ese uso equivocado llega a hacerse normal entre los creyentes. Lo grave de todo esto, es que, ya sea por ignorancia, descuido o por conveniencia, terminamos haciendo que la Biblia diga lo que no dijo, terminamos dándole un sentido equivocado y muchas veces, totalmente contrario a lo que Dios expresó en la Escritura.
Una de las palabras que más ha sufrido estas alteraciones en el ámbito de la iglesia es el adjetivo “espiritual”. Generalmente esta expresión se usa para designar a un creyente que parece sobresaliente en su piedad, integro en su conducta, diáfano en su santidad; un hombre o mujer de mucha oración, e incluso podríamos decir, un súper cristiano; un creyente tan santo y con tal discernimiento, que puede juzgar a sus hermanos menores, es decir, a los carnales, aquellos que de una u otra manera pecan; un líder cuya responsabilidad, en muchos casos, es procurar arrancar la cizaña de en medio del trigo y exponer a los infiltrados pecadores que se han logrado meter en las filas santas del ejército del Señor.
Pero, ¿es eso a lo que la Biblia se refiere cuando habla de un hombre o una mujer espiritual? ¿Es ese su oficio? ¿Es esa la manera en que debe actuar? Para contestar apropiadamente estas preguntas, qué mejor que la inspirada, infalible e inerrante Palabra de Dios.
El apóstol Pablo en su epístola a los Gálatas escribe: Gal 6:1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Este texto nos ayuda a responder nuestras preguntas ya que en él se usa esta misma expresión para referirse a los creyentes de Galacia. Si examinamos aquello a lo que se refería el apóstol Pablo, notaremos que el significado de esta palabra es totalmente diferente al concepto que gran parte de la iglesia le ha dado.
La situación que se propone en el versículo es bastante clara. Un hermano fue sorprendido cometiendo una falta o pecado. No es que el hermano confesó que había pecado, es que fue sorprendido, es decir, descubierto, como la mujer adúltera de los evangelios. El apóstol Pablo, que considera a los gálatas una iglesia espiritual, les recuerda cómo deben actuar, tienen que restaurar al que cayó y ayudarlo a levantar. Este texto es interesante, ya que nos permite entender el significado bíblico de esta expresión.
Lo primero que podemos decir, es que ese término “espirituales”, no está hablando de creyentes perfectos, no se refiere a una congregación intachable, recordemos que la realidad de la iglesia de Galacia, es que se estaba apartando del evangelio bíblico y por ello fue amonestada por el apóstol Pablo a través de esta carta. Si leemos atentamente el contenido de la epístola nos podremos dar cuenta que ellos no eran una iglesia perfecta ni en su doctrina ni en su piedad.
En realidad la Biblia enseña que todos los hijos de Dios son guiados por el Espíritu Santo a través de las Escrituras, Romanos 8:14 dice: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Cuando el apóstol les llama espirituales, les está recordando que ellos no deben dejarse guiar por sus emociones, razonamientos o conveniencias, como creyentes deben ser guiados por el Espíritu Santo a través de la Palabra. Prácticamente les está diciendo que ellos saben lo que tienen que hacer. Les está haciendo un llamado a la madurez como creyentes, a no dejarse mover sino por lo que el Espíritu les indica a través la Palabra de Dios.
Lo segundo que notamos en este pasaje, es que el apóstol Pablo, con la palabra “espirituales”, se estaba refiriendo a creyentes que son conscientes de su realidad, de su verdadera posición frente a Dios y a la iglesia. Por eso dice el apóstol: considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
El concepto actual, que describe a una persona espiritual como un súper cristiano, es sencillamente irreal, no existe sino en la imaginación de aquel que ignora el evangelio. El Señor Jesucristo tuvo que lidiar con un grupo de líderes religiosos que tenían un concepto muy parecido, la secta de los fariseos, hombres hipócritas que aparentaban una piedad que no tenían, se creían más santos que los demás e imponían cargas a la gente que ellos mismos no querían llevar.
La realidad es que la Biblia habla del hombre como un pecador, un enemigo de Dios, muerto en sus delitos y pecados. No hay justo ni aun uno dice el libro de Romanos, todos están destituidos de la gloria de Dios, por las obras de la ley nadie puede salvarse. La única forma en que el hombre pecador es justificado delante del Dios santo, es a través de Jesucristo. La iglesia tiene el beneficio de la salvación solo por fe en la obra del Redentor.
Pero allí no termina todo, la Biblia también enseña que la perseverancia, las buenas obras, y la santificación a la que estamos llamados como iglesia, también es obra de Dios. El hombre no tiene nada de que gloriarse delante de Dios, en cambio tiene todo que agradecerle a su Señor. Para el apóstol Pablo, esto es algo que tiene muy claro un creyente espiritual.
Efesios 2:8-10 dice: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
El creyente espiritual sabe que es un pecador, que si no es por la mano de Dios que lo sostiene ya habría caído. Por eso ora como en la oración del Padre nuestro para ser librado de la tentación. Él sabe que, así como su hermano cayó, él también podría llegar a caer. No se llena de soberbia, muestra mansedumbre porque él mismo conoce sus debilidades, sabe que es pecador y que como creyente, solo Dios lo mantiene en pie.
1Juan 1:8-10 dice: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Otra característica que encontramos del creyente espiritual es la conciencia de su misión, él sabe que cuando un hermano cae, su responsabilidad no es juzgarlo, no es desenmascararlo, no es arrancarlo como si fuera cizaña, sino restaurarlo. El texto dice: vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre…
Un creyente espiritual es consciente que el caído podría ser él, sabe que aquel que falló es su hermano, lavado por la misma sangre del Redentor. Entiende que todos los creyentes somos soldados de un mismo ejército, ovejas del mismo rebaño y piedras vivas de un mismo templo, y que el pecado que cometió su hermano, no lo hace menos que eso. Por eso, sabe que nuestra misión como creyentes, es restaura al que ha caído, porque entiende perfectamente que aquel que ha sido herido por el pecado, es uno de los nuestros. El espiritual sabe que juntos estamos en el mismo bando y que su misión, en una circunstancia así, es la de restaurar, no hay otra opción. Incluso podemos decir que ese es el propósito de la disciplina eclesiástica, buscar la restauración del hermano. Desafortunadamente en muchas iglesias la disciplina, en vez de ser un medio para restaurar, es una forma de castigo o venganza.
Las diferentes fuerzas armadas del mundo tienen algo en común, saben que cuando un soldado es herido, lo que tienen que hacer es sacarlo del lugar de conflicto y tratar de salvar su vida. No cuestionan su desempeño, no lo culpan por ponerse en una posición vulnerable, no ponen en duda su lealtad, simplemente tratan de salvarle la vida. Creo que la iglesia debe aprender este código universal, la misión del creyente, cuando un hermano ha caído, es restaurarlo, es extenderle su mano, es ayudarlo a levantar para que siga adelante.
Santiago 5:19-20 dice: Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.
Creo firmemente que la iglesia actual necesita más hermanos espirituales, pero no me refiero al fariseo lleno de orgullo, altives y arrogancia; me refiero a creyentes maduros, conscientes de su realidad delante del Señor, humildes, mansos, dependientes de Dios, llenos de amor por sus hermanos y dispuestos a restaurar al que ha caído. Que Dios llene nuestro corazón de amor por los hermanos y nuestras manos de gracia para levantar al caído.
Pastor Henry Velásquez.
IPBR - Bosa.
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