¿Echarse la soga al cuello?


Heb 13:4  Honroso sea en todos el matrimonio,  y el lecho sin mancilla;  pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

El matrimonio es una de las instituciones de las que, con más frecuencia, se oye hablar mal hoy en día. En libros, artículos, películas, y entre la gente se oye decir frases como: casarse es echarse la soga al cuello…

El escritor y dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela escribió al respecto: Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males.

¿Cuál es la razón de tanta indignación contra una institución que ha sido de tanta bendición en la historia de la humanidad?

Cuando le preguntas a las personas que tienen este concepto negativo, casi todas hablan de tres razones principales, lo interesante es que estas tres razones tienen algo en común.

La primera razón es lo que muchos denominan “una mala experiencia“ Casi todos han tenido una mala experiencia con el matrimonio o conocen a alguien cercano que la tuvo. Para nadie es un secreto que hoy en día un gran porcentaje de matrimonios en el mundo termina en divorcio, de esos divorcios quedan corazones heridos, hijos que tienen que sobrellevar las consecuencias, demandas por la repartición de los bienes, cuentas por pagar del honorario del abogado etc.

La segunda razón es el rechazo al compromiso: El matrimonio es un compromiso firmado delante de Dios, de una autoridad civil o eclesiástica y con testigos de por medio. Eso es demasiado para la sociedad actual en la que vivimos, que está acostumbrada a evadir todo lo que huela a compromiso o responsabilidad. El matrimonio a nivel mundial ha disminuido a tal grado que algunos se atreven a vaticinar que en cien años no habrá matrimonios. Hoy en día se prefiere la unión libre precisamente porque las parejas quieren sentir la confianza de que, si algo no les gusta, puedan terminar su relación de manera fácil. Nada les amarra, nada las detiene.

La tercera razón es lo que ellos llaman “un deseo de libertad”. Para muchos el matrimonio es visto como una prisión de máxima seguridad en la que están custodiados por su pareja que no les deja hacer lo que se les antoja. Prefieren la soltería, pero no una soltería piadosa, sino una vida en solitario donde puedan desahogar todos sus deseos carnales sin ninguna restricción y sin nadie que les moleste; un libertinaje donde el amor dura una noche y la fidelidad no existe; un juego que no tiene reglas y donde todo se vale.

Pero como mencioné al comienzo, si las consideramos con detenimiento, estas tres razones tienen algo en común, todas son resultado del corazón pecaminoso del hombre. La Biblia dice en Jeremías 17:9  Engañoso es el corazón más que todas las cosas,  y perverso;   ¿quién lo conocerá?

Primeramente, podemos decir con certeza que la mayoría de los divorcios son resultado del pecado. Llámese adulterio, maltrato, abandono del hogar, desamor, en el fondo, todo esto manifiesta la realidad de que el corazón del hombre es perverso. Las peleas matrimoniales, la infidelidad y el divorcio no son culpa del matrimonio, sino del corazón perverso del hombre.

El rechazo al compromiso también hace parte de la corrupción del corazón del hombre. Es de Dios que viene la ley, las autoridades y las instituciones como el matrimonio; fue Dios mismo el primero en llamar al hombre al compromiso, fue Dios quien lo hizo un ser responsable y es ante Dios que un día tendrá que rendir cuentas.

Finalmente tenemos que decir que ese supuesto “deseo de libertad” que manifiestan muchos hoy en día, la Biblia lo llama libertinaje; y ese desenfreno sexual al que muchos llaman “amor libre” ni es amor, ni es libre, la Biblia lo llama fornicación y adulterio. Tal libertinaje en el estilo de vida del hombre deja ver su egoísmo que solo propende por su satisfacción sin importarle en lo más mínimo su prójimo.

En Hebreos 13:4 dice el Señor: Honroso sea en todos el matrimonio,  y el lecho sin mancilla;  pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

En el tiempo que se escribió el libro de Hebreos, habían sectas que, al igual que muchos en nuestros días, despreciaban el matrimonio. El autor de la carta a los Hebreos en este texto hace una férrea defensa del matrimonio con tres expresiones que vale la pena examinar.

La primera nos habla de la honra que merece dicha institución. Honroso sea en todos el matrimonio… La palabra honroso significa valioso, costoso, estimado, amado, precioso, que merece honra.

El matrimonio debe ser tenido en honra y debe ser altamente estimado porque fue Dios quien lo creó. Dios es el autor de la vida, de la familia y del matrimonio. No es la idea de un hombre, no es el diseño de un estado, el matrimonio lo instituyó Dios mismo. El matrimonio debe ser tenido en honra porque su propósito es glorificar a Dios. El Señor creó la primera pareja para que se multiplicara y llenara la tierra con su imagen, el matrimonio fue diseñado para la gloria de Dios.

Génesis 1:27,28 dice: Y creó Dios al hombre a su imagen,  a imagen de Dios lo creó;  varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios,  y les dijo:  Fructificad y multiplicaos;  llenad la tierra,  y sojuzgadla,  y señoread en los peces del mar,  en las aves de los cielos,  y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Como creyentes no podemos permitir que se deshonre esta institución, ni debemos dejar permear nuestra mente por el concepto que el mundo pueda tener del matrimonio. Desafortunadamente muchos creyentes en la actualidad tienen un concepto negativo del matrimonio, han dejado llenar su mente de argumentos humanos y no se dan cuenta que despreciando el matrimonio desprecian a su autor, a Dios mismo.

Dios no nos pide que nos hagamos los ciegos frente a los problemas del matrimonio o que aparentemos que todo marcha bien cuando las cosas están realmente mal, lo que Él nos exige es que honremos el matrimonio como una institución divina. El matrimonio es en gran manera bueno, lo que hace que termine mal es el hombre y su pecado. La corrupción del hombre daña no solo el matrimonio, también los negocios, la política, las amistades, las relaciones familiares.

El creyente afronta los problemas en el matrimonio sabiendo que son causa del pecado y no del matrimonio. Los problemas matrimoniales se arreglan reconociendo nuestro propio pecado, nuestro egoísmo, nuestro orgullo, nuestra maldad, y no solo reconociéndolos, sino también arrepintiéndonos y pidiendo perdón. Pero el hombre en su orgullo prefiere el divorcio en lugar de reconocer su falta y pedir perdón.

La segunda expresión que usa el autor de Hebreos nos habla de la honra que se le debe dar a la fidelidad conyugal. …y el lecho sin mancilla… Esta expresión alude a la honra que se le debe dar a la fidelidad conyugal, este es otro tema que es menospreciado en la actualidad. Para muchos la fidelidad matrimonial es vista como un mito, es decir, como algo que no es real, que no existe.

Pero Dios creó el matrimonio para que sea disfrutado en respeto, amor y fidelidad, de tal manera que el hombre y la mujer que se unen en este vínculo se hacen una sola carne. Génesis 2:24 dice: Por tanto,  dejará el hombre a su padre y a su madre,  y se unirá a su mujer,  y serán una sola carne.

En la Biblia, Dios exige al hombre compromiso con su pareja y demanda de él fidelidad hacia su cónyuge.

Malaquías 2:14,15 dice:  Mas diréis:   ¿Por qué?  Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud,  contra la cual has sido desleal,  siendo ella tu compañera,  y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno,  habiendo en él abundancia de espíritu?   ¿Y por qué uno?  Porque buscaba una descendencia para Dios.  Guardaos,  pues,  en vuestro espíritu,  y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.

El matrimonio es un pacto que se hace delante de Dios en el cual la pareja se compromete amarse, a ser fieles el uno al otro y así glorificar a Dios con su unión. La fidelidad matrimonial debe ser tenida en gran estima por los creyentes, a pesar de que el mundo entero se entregue cada día mas a sus concupiscencias, nosotros debemos temer a Dios y honrarle teniendo matrimonios que glorifiquen a Dios y enseñando a nuestros hijos el valor del matrimonio y la fidelidad conyugal.

La tercera expresión nos habla de las consecuencias de despreciar el matrimonio y la fidelidad conyugal. …pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. Quien teniendo la necesidad de casarse desprecia el matrimonio, no tiene otro camino que entregarse a la fornicación. Quiero aclarar que con estas palabras no me refiero a todos los solteros, en la Biblia podemos ver que no todos fuimos creados para ser casados, hay muchos a los cuales Dios ha dado el don de poder vivir solos sin la necesidad de tener una pareja. Los solteros fueron de gran bendición en toda la historia de redención, y aun en este tiempo, los solteros están llamados a vivir honestamente sirviendo a Dios con los dones que les ha sido dados. Los solteros creyentes a quienes Dios ha dado este don, tienen en gran estima el matrimonio. Si ellos permanecen solteros es porque no tienen necesidad del matrimonio y no porque lo desprecian.

Pero aquellos que menosprecian el matrimonio y se entregan al pecado del adulterio y la fornicación, como dice nuestro texto, serán juzgados por Dios. Hay consecuencias para el desenfreno sexual, hay consecuencias para el que desprecia el pacto matrimonial. Tales consecuencias son temporales pero eternas. Tristemente no podríamos contar la gran cantidad de consecuencias que sufren los seres humanos a causa del desenfreno sexual; enfermedades, crímenes pasionales, niños abandonados, abortos, muertes, etc.

Pero también hay consecuencias eternas. Cuando el texto nos habla de juicio, nos recuerda que hay una ley, que hay un juez y que habrá un día de juicio. Dios diseñó la sexualidad para que fuera disfrutada entre un hombre y una mujer dentro del vínculo matrimonial, todo lo que va en contra del diseño del Creador es pecaminoso, es una violación a su ley por la que el hombre deberá responder ante el tribunal de Dios.

Apocalipsis 20:11,12 dice: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él,  de delante del cual huyeron la tierra y el cielo,  y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos,  grandes y pequeños,  de pie ante Dios;  y los libros fueron abiertos,  y otro libro fue abierto,  el cual es el libro de la vida;  y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros,  según sus obras.

Y mas adelante, en Apocalipsis 21:8 dice: Pero los cobardes e incrédulos,  los abominables y homicidas,  los fornicarios y hechiceros,  los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,  que es la muerte segunda.

Si estás leyendo esto y te encuentras viviendo una sexualidad en contra de la ley de Dios, el llamado es al arrepentimiento. La Biblia enseña que, desde la caída de Adán y Eva, nuestros primeros padres, el hombre es un pecador, todos los hombres hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios.

Pero Dios ha provisto un Salvador, a Jesucristo el hijo de Dios, quien con su muerte en la cruz satisfizo la justicia de Dios y saldó nuestra deuda para darnos vida eterna. Ese es el mensaje del evangelio, ahora, Dios manda a todo hombre en todo lugar que se arrepienta y crea en el Salvador.

El llamado para todos nosotros el día de hoy es a tener en alta estima el matrimonio, y la fidelidad conyugal, a abandonar toda filosofía o ideología contraria al diseño de Dios y a sujetarnos a su voluntad revelada en las Escrituras, una voluntad que es buena, agradable y perfecta y que produce fruto de bendición para la vida del hombre.

El que halla esposa halla el bien,
Y alcanza la benevolencia de Jehová.
Proverbios 18:22

Pastor Henry Velásquez.
IPBR - Bosa.

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