¿De qué lado estás?
Jos 24:15 Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Protestas, marchas, inconformismo social, violencia contra la autoridad, abuso policial, bloqueos, muertes de lado y lado, todo esto ha sido la realidad con la que hemos despertado los Colombianos las últimas semanas. En medio de semejante polarización todos quieren tomar partido, unos son afines a un bando y lo defienden a muerte, los otros están en el bando contrario y también se hacen matar por él, y en medio de esta violenta guerra, se hace patente la pregunta: Y tú ¿De qué lado estás?
La sola pregunta es interesante ya que deja ver la manera arbitraria en que piensa gran parte de nuestra sociedad, quienes, acostumbrados a armar bandos opuestos, te incluyen en uno de ellos a veces sin que te des cuenta, de tal manera que, si no perteneces al uno, inmediatamente te clasifican como perteneciente al otro. O estas con el pobre o estas con el rico, o estas con la izquierda o con la derecha, o protestas con el pueblo o estás con sus gobernantes.
Muchas personas, no solo permiten que les impongan uno de los dos bandos, sino que terminan identificándose con él y militando en su favor, alimentando la división, e incluso participando del juego sucio, compartiendo noticias falsas, levantando acusaciones sin tener una sola prueba, difundiendo rumores que atentan contra el buen nombre de sus contrarios, defendiendo unas ideas que no son suyas y que en muchos casos ni siquiera entiende.
En medio de esta guerra sucia estamos los creyentes, la iglesia de Cristo. A nosotros también el mundo nos pregunta con deseo de etiquetarnos, ¿de qué lado estás? Nos invita a tomar parte de uno de los bandos y pretende que les apoyemos desde nuestros púlpitos.
Este escenario me recuerda un momento especial en la historia del pueblo de Israel donde también debía decidir de qué lado estaba, pero a diferencia de nuestro caso, en Israel el que preguntaba no era el mundo, sino un hombre de Dios, Josué.
En Josué 24.15 dice: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Después de haber sido liberados de Egipto, los hijos de Israel bajo el liderazgo de Josué, lucharon para conquistar la tierra de Canaán, y ahora, cuando ya lo habían logrado y la tierra era de ellos, en su discurso de despedida, Josué llama al pueblo a tomar una decisión utilizando esas palabras. Lo interesante de este discurso es que Josué, como hombre de Dios, no solo reconoce los dos bandos que ofrece el mundo, sino que habla de una tercera opción, la posición de los hijos de Dios.
Josué primero expone las dos opciones que le ofrecía el mundo de su época a los hijos de Israel. Por un lado, ellos podían volver a adorar las deidades Egipcias y regresar a las costumbres paganas de la tierra en la que vivieron 400 años en esclavitud; por otro lado, el mundo les estaba ofreciendo nuevas posibilidades, estaban entrando a poseer una tierra nueva donde habían costumbres nuevas y donde podrían adoptar la idolatría de los Cananeos. Pero, lo más interesante es la forma en que finaliza su discurso, Josué termina declarando que él ya había decidido por una tercera opción, él dice: pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
¿Por qué Josué hace esta afirmación cuestionando de qué lado estaba el pueblo? ¿acaso no sabía a quién servían los hijos de Israel? ¿No fue él mismo quien, junto con todo el pueblo pelearon las batallas en el nombre de Jehová? Entonces ¿Por qué la duda?
La afirmación de Josué no es simplemente una curiosidad, estas palabras hacen parte de una ceremonia pactual, donde Josué está haciendo público el compromiso por parte del pueblo de servir a Dios exclusivamente. En realidad, Josué no estaba dando opciones para ser analizadas, estaba ratificando el compromiso de Israel con la única opción coherente para el pueblo de Dios.
Con estas palabras les está recordando que ellos no pueden servir a los dioses Egipcios ni a los Cananeos porque ellos ya tienen un Dios, el único y verdadero; no pueden regresar a las ideologías Egipcias, ni abrazar las creencias Cananeas porque ellos ya tienen una fe; no pueden regresar a las legislaciones Egipcias, ni someterse a las Cananeas porque ellos ya tienen una ley, la ley de Dios que Moisés recibió en el monte.
La respuesta del pueblo es contundente, Josué 24:16 dice: Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses;
Mas adelante, en el versículo 24 lo reiteran: Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.
Al igual que Josué con los hijos de Israel, estoy convencido de que la iglesia no debe militar en ninguno de los bandos en que el mundo la quiere incluir, en ese sentido la iglesia no está huérfana, no está buscando una ideología, ella tiene una fe; no debe inmiscuirse en contiendas ajenas, ella tiene una lucha propia; no debe apropiarse de cuanta “causa noble” se le pase por el frente, la iglesia tiene su propia causa, una causa por la que sí vale la pena vivir y por la cual, sería un verdadero honor morir.
Como creyentes no podemos tomar partido por ninguna de las opciones que el mundo ofrece, porque con ninguna nos sentimos plenamente identificados. En la situación de nuestro país, la iglesia no puede estar de acuerdo con lo que evidentemente está mal, no puede defender la corrupción ni los malos manejos del estado. La iglesia debe creer conforme a la Biblia que al pobre se le debe hacer justicia igual que a los demás, que no se le debe oprimir. Jer 22:3 Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.
Pero al mismo tiempo, la iglesia no puede levantarse contra la ley ni contra las autoridades, no puede tomar las armas de la maldad para pretender hacer un bien. La iglesia cree, como dice la Escritura, que la autoridad esta puesta por Dios y que no debemos resistirla. El Apóstol Pablo vivió en tiempos de Nerón, uno de los emperadores más crueles contra la iglesia cristiana, pero cuando escribe a la iglesia en Roma, no los llama a la insubordinación, ni les dirige para que se levanten en armas contra el Emperador, todo lo contrario, él escribe instando a la congregación a que se sujeten a las autoridades. En Romanos 13.1-2 él escribe: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
No podemos hacer justicia al pobre pasando por encima de la autoridad que Dios puso, y no podemos justificar las injusticias que comete la autoridad violando el mandamiento. No podemos tomar partido por ninguna de estos bandos en las que nos quieren incluir, porque ninguno representa plenamente lo que creemos.
No podemos reconciliar la ley del Sinaí con las posturas políticas, ideológicas o filosóficas de turno porque la ley es Divina, la ley responde al carácter de Dios, es perfecta porque Dios es perfecto, santa porque Dios es santo, justa porque Dios es justo. Por el contrario, las posturas del mundo son humanas, y responden al carácter pecaminoso del hombre, no son perfectas, están plagadas de injusticia, no son santas y al igual que el hombre son perecederas.
La única postura con la que el creyente tiene plena identidad es con la verdad absoluta de la Palabra de Dios. En ella no encontramos error, con ella coincidimos totalmente porque no es el pensamiento de un hombre sino la revelación de Dios, de ella proviene la doctrina que profesamos, las certezas con las que vivimos, ella es la norma de fe y conducta para nuestra vida. El salmista lo expresó en el Salmo 19:7-9 que dice: La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.
Como el pueblo de Israel, no podemos escoger ni a los Cananeos ni a los Egipcios porque no nos representan. Nosotros como iglesia de Cristo tenemos una misión, se nos ha dado una encomienda, tenemos una labor. El Evangelio de Mateo 28:19,20 dice: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Nosotros no somos de esta tierra, nuestra ciudadanía está en el cielo, somos un linaje escogido, somos un real sacerdocio, somos una nación santa, somos el cuerpo de Cristo, somos el templo del Espíritu, somos la luz del mundo que resplandece con el Evangelio de Jesucristo, somos la sal de la tierra, somos columna y baluarte de la verdad. Cuando se nos pregunta de qué lado estamos, tenemos que contestar con Josué: Yo y mi casa servimos al Señor.
Si vamos a luchar, que sea por la extensión del reino de Dios; si vamos a ser la resistencia seámosla, pero del pecado; si hemos de protestar contra algo, que sea contra nuestra propia rebeldía; si hemos de vivir por una causa, que sea por la del Salvador; si hemos de morir por algo, que sea por el Evangelio. Todo lo verdaderamente bueno, todo lo que realmente es justo, todo aquello por lo que verdaderamente vale la pena luchar está en Jesucristo.
2Corintios 5:15 Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para él, que murió y resucitó por ellos.
Y tu ¿De qué lado estas?
Pastor Henry Velásquez.
IPBR - Bosa.
Comentarios
Publicar un comentario